domingo, 28 de octubre de 2012

Los saberes son de todos

En Rajastán, en la India, una escuela extraordinaria prepara a mujeres y hombres del campo –muchos de ellos analfabetos– para que lleguen a ser ingenieros solares, artesanos, dentistas y médicos en sus propias aldeas. Se llama Barefoot College (Escuela de descalzos) y su fundador, Bunker Roy, explica cómo funciona.

 
 
 

miércoles, 22 de agosto de 2012

Cambiar los Paradigmas del Sistema Educativo

Según Wikipedia, Sir Ken Robinson (Liverpool, Inglaterra, 1950) es un educador, escritor y conferenciante británico, experto en asuntos relacionados con la creatividad, la calidad de la enseñanza, la innovación y los recursos humanos. También ostenta el título de Doctor por la Universidad de Londres desde 1981. Debido a la relevancia de su actividad en los campos mencionados, especialmente en relación con el arte, fue nombrado sir por la reina de Inglaterra, Isabel II en 2003.
Es interesante escuchar sus opiniones sobre el sistema educativo. La gráfica del video también es para destacar.


miércoles, 23 de mayo de 2012

Cuando las palabras no sirven

Rafael Alberti (España, 1902-1999) y lo inefable del dolor:

Nocturno

Cuando tanto se sufre sin sueño y por la sangre
se escucha que transita solamente la rabia,
que en los tuétanos tiembla despabilado el odio
y en las médulas arde continua la venganza,

las palabras entonces no sirven, son palabras.
Manifiestos, artículos, comentarios, discursos,
humaredas perdidas, neblinas estampadas,
¡qué dolor de papeles que ha de barrer el viento,

qué tristeza de tinta que ha de borrar el agua!
Ahora sufro lo pobre, lo mezquino, lo triste,
lo desgraciado y muerto que tiene una garganta

cuando desde el abismo de su idioma quisiera
gritar que no puede por imposible, y calla.
Siento esta noche heridas de muerte las palabras

viernes, 20 de abril de 2012

CONVERSAR

Un poema de Octavio Paz (Ciudad de México, 31 de marzo de 1914 - Ciudad de México, 19 de abril de 1998)
 
CONVERSAR

En un poema leo:
conversar es divino.
Pero los dioses no hablan:
hacen, deshacen mundos
mientras los hombres hablan.
Los dioses, sin palabras,
juegan juegos terribles.

El espíritu baja
y desata las lenguas
pero no habla palabras:
habla lumbre. El lenguaje,
por el dios encendido,
es una profecía
de llamas y una torre
de humo y un desplome
de sílabas quemadas:
ceniza sin sentido.

La palabra del hombre
es hija de la muerte.
Hablamos porque somos
mortales: las palabras
no son signos, son años.
Al decir lo que dicen
los nombres que decimos
dicen tiempo: nos dicen.
Somos nombres del tiempo.
Conversar es humano.

miércoles, 11 de abril de 2012

Neruda y las palabras

Todo lo que usted quiera, si señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan... Me prosterno ante ellas... Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito... Amo tanto las palabras... Las inesperadas... Las que glotonamente se esperan, se escuchan, hasta que de pronto caen... Vocablos amados... Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío... Persigo algunas palabras... Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema... Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas... Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto... Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola... Todo está en la palabra... Una idea entera se cambia porque una palabra se transladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció... Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces... Son antiquísimas y recientísimas... Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada... Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos... Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo... Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas... Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra... Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes... el idioma. Salimos perdiendo... Salimos ganando... Se llevaron el oro y nos dejaron el oro... Se lo llevaron todo y nos dejaron todo... Nos dejaron las palabras.
Pablo Neruda, Confieso que he vivido : memorias.
 

jueves, 9 de febrero de 2012

GRAFITI

Cuando las palabras viven en las paredes de un barrio la eternidad es posible...


El grafiti está en una casa del Pasaje Tobas, en Villa del Parque, Buenos Aires, Argentina. En fin... en mi barrio.
Los versos son de la canción "Superchería" de Luis Alberto Spinetta (1950 - 2012).
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domingo, 22 de enero de 2012

Palabras como olas

Los poetas nos siguen hablando del lenguaje. En este caso es Juan Bautista Diuzeide (escritor argentino, 1964). De su novela "Kanaka":
"Soy alguien que anduvo entre el desierto del agua y el desierto de las palabras, desterrado. Y, ¿qué hay de cierto en el desierto de las palabras? ¿Qué, más que el desierto? Desierto entre palabras, desierto entre lo que las palabras dicen y lo que deberían, quizás, decir. Y la desolación del silencio como un viento quieto. No el silencio más obvio, aquel que media y medra entre palabras, sino ese otro silencio del cual están llenas las palabras. El silencio sobre el cual se construye y se aposenta toda voz, así como un magma primigenio de miedo, indecible, presta su materia a cada pesadilla y deja su sedimento de lucidez, de asombro y de vértigo, en cada despertar.
Anduve mares y palabras. Aprendí que las palabras son como las olas. Tienen la misma construmbre de alzarse y caer y romperse, alzarse y caer y romperse. Siempre iguales, nunca iguales. La costumbre de insistir con la monotonía de su música hecha de infinitas mínimas variaciones. De prometer y dar nuevas promesas y volver a prometer. De empinarse con las tormentas y redondearse con las lluvias y aplacarse con las calmas sólo para seguir siendo ellas mismas, para seguir siendo, siempre, otras. Olas o palabras.
Y de estas olas nadie sabe como el que naufraga."